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Salutación por el día de la victoria

Este 9 de mayo de 2025 se celebrará el 80 aniversario de la Gran Victoria sobre el Fascismo, epopeya protagonizada por el pueblo soviético durante su Gran Guerra Patria, gracias a la cual se puso fin a la Segunda Guerra Mundial.

Un día antes también se conmemorará el 65 aniversario de las relaciones amistosas entre Cuba y la URSS, cuyo restablecimiento se efectuó el 8 de mayo de 1960 mediante declaración conjunta de ambos países.

Con motivo de sendas conmemoraciones, la revista Opus Habana adelanta esta entrevista al filósofo y politólogo ruso Leonid Savin, director de la Fundación Fidel Castro Ruz para el desarrollo de las relaciones entre Cuba y Rusia.

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Su rostro recuerda al joven Dostoevsky, quizás porque tiene el mismo aire meditabundo como estado natural. A esto se suma su estilo lacónico de conversación, empleando las palabras justas y, a la vez, de manera ingeniosa. Chispean levemente sus ojos cuando una idea le gusta o coincide con su opinión personal. Sonríe entonces con benevolencia. A su lado siempre se aprende algo.

Leonid Savin es un filósofo en el sentido más prístino: ama la sabiduría ancestral y él mismo tiene algo de sabio decimonónico, aunque nació en 1974, cuando todavía existía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Su ciudad natal es Sumy, en el noreste de Ucrania, entonces una de esas quince repúblicas, hoy países independientes.

Entre otras temas geopolíticos, Savin es un experto mundialmente reconocido en guerra cognitiva, ciberguerra y redes sociales. Ha contribuido a esclarecer conceptos ambiguos de ascendencia militar como “guerra híbrida” (hibrid war)  y “zona gris” (gray zone).

Su línea de pensamiento se inscribe en la llamada “Cuarta Teoría Política”, cuyo artífice es el filósofo y también politólogo Alexánder Dugin. Tal y como reconoce en esta entrevista, Leonid es uno de sus discípulos y estrecho colaborador.

Por invitación nuestra, Savin dictó una conferencia en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, facultad adscrita a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Fue la oportunidad para abrir un espacio de reflexividad a partir de esta pregunta insondable: “¿Qué es la cultura rusa y cómo entenderla en la actualidad?”

Su enjundioso texto, que tuve el reto de traducir simultáneamente del ruso al español, ofrece una introducción a la corriente de pensamiento conocida como euroasianismo: desde sus orígenes en el siglo XIX hasta su versión actual. Estuvo acompañada por el visionado de un hermoso film documental de su propia autoría con el título Glubinka (Profundidad), que bien pudiera traducirse libremente como “Inmersión”.

Ambos materiales -texto y audiovisual- revelaron otra importante faceta de Savin, más allá de su reconocida actividad como politólogo. Ahora también supimos que posee una especial sensibilidad para con el patrimonio cultural.

Ese documental suyo, realizado en 2024, sumerge al espectador en Kuvshínovo, un poblado remoto de esa Rusia profunda y original que mantiene su fidelidad a la memoria de sus antepasados. En este caso, el anarquista Mijaíl Bakunin y su hermana Ekaterina;  el gran lingüista Serguei Ozhegov, autor de ese incunable que es el Diccionario de la lengua rusa, y Alexei Peshkov (el futuro Máximo Gorki), quien vivió y comenzó su carrera como escritor precisamente en la casa de los Ozhegov.

También nos enteramos de que diez habitantes del distrito de Kuvshinovsky se convirtieron en Héroes de la Unión Soviética. Entre ellos estaba Anna Timofeeva-Egorova, la única mujer aviadora de combate durante la Gran Guerra Patria del pueblo soviético contra el fascismo nazi.

Con motivo de conmemorarse -este 9 de mayo de 2025- el 80 aniversario de aquella epopeya victoriosa, entrevistamos a Leonid Savin para saber sobre los orígenes de su  sincera amistad hacia Cuba, además de conocer un poco más sobre su prolífica labor intelectual.

¿Cuándo y cómo nació su interés por Cuba?

Conocí a Cuba en mi infancia, cuando iba a la escuela. En general, todo el mundo en la Unión Soviética sabía de Cuba en mi época, incluso los niños. En los informativos, ya fueran los periódicos o la televisión, los temas cubanos estaban presentes con regularidad. Además, en quinto grado llegó una nueva alumna que había vivido en Cuba, donde su padre había trabajado como ingeniero. Así tuve la oportunidad de aprender algo directamente de un testigo presencial.

El segundo reconocimiento se produjo cuando ya yo aprendía español y tuve que acceder a diversos materiales de estudio, incluidos audiovisuales cubanos. Los discursos de Fidel Castro me causaron una honda impresión. Aunque no estuvieran traducidos, era obvia su fuerza como orador y el gran carisma que tenía.

Pero mi conocimiento directo comenzó en 2009, cuando ya me había comunicado con el personal de la Embajada de Cuba en Moscú (Maisa y Armando), por quienes supe que en Holguín habría un coloquio dedicado a los Cinco Héroes Cubanos.

En aquel momento ya yo trabajaba en la estructura del Movimiento Eurasiático Internacional. Hice averiguaciones sobre el tema y, tras recibir información básica, consideré necesario apoyar esa iniciativa. Ese año fui el único representante de Rusia en dicho evento.

Luego, en 2011, formé parte de la Brigada Europea de Solidaridad José Martí, que fue organizada por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP). Mi esposa y yo incluso hicimos algunas tomas de video, que dieron como resultado un pequeño documental que titulamos Estrategia Solidaria.

Usted se ha dedicado a impulsar las relaciones amistosas entre Rusia y Cuba. ¿Cuáles considera son los mayores retos que tienen ambos países por delante?

En los últimos diez años se han producido cambios significativos en la geopolítica mundial que han afectado tanto a Cuba como a Rusia. Nuestra cooperación y amistad tenían décadas de experiencia, pero se sentía la necesidad de un cierto renacimiento; una apertura de segundo aliento, si así puede decirse.

Aunque en nuestro país existe la Sociedad Rusa de Amistad con Cuba y el movimiento Venceremos, así como demás organizaciones veteranas, hay que tener en cuenta que se trata de una generación mayor, cuyos representantes son ya bastante longevos. La experiencia y los conocimientos deben transmitirse a los jóvenes, de lo contrario pueden caer en el olvido.

Por eso en 2021 creamos la Fundación Fidel Castro para el Desarrollo de las Relaciones Ruso-Cubanas. Una de sus primeras tareas fue crear un monumento al Comandante en Jefe para inmortalizar sus servicios a la Humanidad. Sabíamos que antes se habían emprendido intentos similares, pero al parecer no fueron muy activos. Nosotros sí lo conseguimos.

El Estudio de Artistas Militares fue el ejecutor de esa iniciativa, y la parte principal de los gastos corrió a cargo de la Sociedad Histórica Militar. Un presupuesto del fondo metropolitano se utilizó para mejorar el territorio donde sería emplazado el monumento.

Junto con Alexei Emelyanov, director del Departamento de Patrimonio Cultural de Moscú,  el escultor Alexei Chebanenko y el arquitecto Andrei Belov acometimos el proyecto para conseguirlo cuanto antes.

Su inauguración tuvo lugar en 2022, el 22 de noviembre, coincidentemente el día de mi cumpleaños. ¡Fue un gran regalo! Tanto más cuanto que a la ceremonia de inauguración asistieron los presidentes Vladimir Putin y Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

Luego, paralelamente a ese proyecto del monumento, hubo otras iniciativas: exposiciones fotográficas, concursos de dibujo infantil, conferencias y participación en programas de televisión.

También firmamos un acuerdo oficial con el Centro Fidel Castro Ruz de La Habana. Su director René González vino a Moscú, invitado por nosotros a la inauguración del monumento y para celebrar una gran conferencia internacional con ese motivo.

El año pasado comenzamos a publicar la revista Cuba para los lectores rusos, con información relevante desde el punto de vista histórico y cultural. También tenemos previsto traducir obras de autores cubanos. Después de todo, incluso las obras de José Martí se han traducido al ruso en una cantidad bastante limitada.

La figura del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz es venerada en Rusia. ¿Por qué existe ese respeto y amor hacia él?

Fidel Castro fue un hombre asombroso, con un destino único, poseedor de grandes talentos en diversos campos y abierto al pueblo llano. Hubo pocos genios así en el siglo XX.

Aunque parecería que sabemos bastante sobre él, siempre aparecen nuevos detalles inspiradores e intrigantes. Basta sumergirse en el estudio de su legado creativo o analizar sus acciones a partir del testimonio de sus correligionarios. Por ejemplo,  los cuatro tomos de la obra En marcha con Fidel, de Antonio Núñez Jiménez.

Por supuesto, también hay que tener en cuenta que el Comandante en Jefe, al igual que otros líderes de la Revolución cubana, fue constantemente atacado por Estados Unidos, utilizando todo tipo de desinformación y propaganda negra.

Creo que los métodos y las ideas de Fidel son universales en muchos aspectos, porque hablaba -en primer lugar- de justicia. Esta idea podemos encontrarla en la prédica de los primeros cristianos y en las instrucciones de los musulmanes. Por lo tanto, el ideario fidelista se aplica también a toda la Humanidad.

Desde hace dos años, he tenido el honor de ser invitado por camaradas venezolanos y cubanos a formar parte de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, que fue fundada por Hugo Chávez y Fidel Castro.

Usted es filósofo de formación. ¿Por qué se decidió por esa carrera?

La filosofía es más bien mi vocación, ya que me interesa aprender, comprender y analizar diversos temas y procesos. En mis primeros estudios me especialicé en ingeniería mecánica como ajustador de máquinas herramientas de control numérico y complejos robóticos. Pero luego me dediqué al periodismo y paralelamente estudié lenguas antiguas (latín y griego antiguo) en una escuela teológica.

Después trabajé en el campo de las relaciones internacionales y las ciencias políticas bajo la dirección del profesor Alexánder Dugin. Él, por cierto, apoyó inicialmente mi interés por Cuba y América Latina y ahora me pide consejo regularmente si necesita alguna información sobre esta región del mundo.

Por supuesto, la obra y el estilo del profesor Dugin son también muy inspiradores. Se podría decir que mis primeras monografías surgieron gracias a su influencia. Así, en 2005, por primera vez le oí hablar a él de la guerra en las redes sociales. Este tema me interesaba y comencé a investigar. Como resultado publicamos varias monografías, algunas de las cuales se tradujeron al español y al italiano.

De hecho, si nos atenemos a la etimología de la palabra filosofía -amor a la sabiduría-,  se trata de tener el conocimiento necesario, tanto  puramente teórico (es decir, especulativo) como práctico para actuar. Es lo que Aristóteles llamaba “phronesis”, algo necesario para cualquier ciencia, ya sea política o técnica.

En vísperas del Día de la Victoria, ¿cómo celebrará usted personalmente ese día glorioso? ¿Tendrá en mente a Cuba?

Este es un día muy importante para Rusia y sus ciudadanos. La Gran Guerra Patria (1941- 1945) afectó a todas las familias de la Unión Soviética. Ellas sufrieron las mayores pérdidas durante la Segunda Guerra Mundial.

Mi abuelo por parte de madre participó en esa contienda bélica, ocupó el cargo de comandante y recibió órdenes y medallas. Por línea paterna nunca vi a mi abuelo. El padre de mi tío materno murió en el frente.

Es triste que las autoridades actuales de Ucrania distorsionen los hechos históricos en todas las formas posibles, y que los países europeos, con algunas excepciones, les hagan el juego.

También Cuba participó en la lucha contra el fascismo. En el segundo número de nuestra revista Cuba hay un amplio artículo sobre ello, incluyendo las historias de jóvenes cubanos que lucharon directamente del lado de la Unión Soviética. Dos de ellos murieron y fueron honrados con altas condecoraciones póstumas.

Solía ver directamente el ensayo del desfile militar en Moscú, ya que mi primera oficina de trabajo estaba en la calle Tverskaya, cerca de la Plaza Roja. Ahora la oficina de la Fundación Fidel Castro también está situada en el centro, pero como tengo una familia numerosa y los niños aún son pequeños, en los últimos años nos limitamos a ver el desfile por televisión.

Por supuesto, felicito a mis colegas y conocidos; ahora hay teléfono y redes sociales para ello y no hace falta ir al correo para enviar una tarjeta postal. A veces, en vísperas o después del 9 de mayo, participo en diversos actos relacionados indirectamente con temas histórico-militares. Y es que también soy miembro de la Sociedad Científico-Militar del Ministerio de Defensa ruso. El Día de la Victoria es una de las fiestas más veneradas de la Rusia moderna, aunque tenga un halo trágico.

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Al día siguiente de su conferencia en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, Leonid Savin y yo iniciamos un amplio recorrido por el Centro Histórico, durante el cual intercambiamos criterios como buenos peripatéticos. Desde lo alto en la cúpula dorada del Capitolio y desde el faro del Morro, disfrutamos juntos el paisaje habanero en lontananza.

A partir de ese momento seguimos en contacto casi diariamente: él me escribe en ruso y yo le respondo en español. Cuando nos hace falta precisar un término, lo hacemos en conjunto hasta ponernos de acuerdo en el plano semántico.

En trabajos sucesivos, seguiremos ahondando en la problemática ya antes apuntada de carácter intercultural, con el doble propósito de también ir abriendo una segunda interrogante para los potenciales interesados rusos: ”¿Qué es la cultura cubana y cómo entenderla en la actualidad?”.

De esta manera esperamos contribuir a estrechar los lazos amistosos entre ambos países desde nuestras respectivas publicaciones periódicas: la revista Opus Habana, de la que fui editor general fundador bajo la dirección del Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, y la revista Cuba (edición rusa), que el propio Savin ha tenido el enorme mérito de rescatar (Tomada del muro de Facebook de la revista Opus Habana).

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