Al oscurecer sintió el aullido de los perros. Ahora rondaban cerca. Jadeaban su sigilo. Los ojos relumbraban en la penumbra. Husmeaban la sangre aún caliente del soldado. Percibió el polvo en sus patas y el silencio súbito y gris. Las piedras rodaban como un torrente seco al bajar al hueco. Los dientes, como cuchillos, goteaban la cercanía a la presa. Los vio desgarrar la carne a dentelladas. Él los golpeaba duro, pero volvían. Temía dormirse. Abanicaba el aire con golpetazos de AK…
Primero el vientre… el cuerpo tendido sobre los rústicos tablones de la mesa de la Sección Política donde estudiaban los mapas militares, comían o escribían sin perturbarse por la arenilla que les caía encima a cada explosión de los G-5 y G-6 disparado desde el Menongue más áspero, más allá del puente en el río Cuito. Un pueblito desolado al sol, tablones retorcidos… techumbres en el aire. Oquedades de polvo y saliva. Conseguía echar los perros jíbaros y volvían, desgarraban la madrugada. Babeaban como las abejas buscan el dulzor de la madera. A sus pies yacía uno, grande y parduzco. Hedía a cuero viejo. Ahoga la humedad de las paredes. Ladran otra vez, muerden. Sueña oscuro. No consigue despertar de una buena vez. Siente que se despereza y alivia. La niebla penetra en el metal. ―Los muy cabrones desecharon los ojos y el zambrán― se dijo. Escuchó los quejidos y pensó que se lo habían comido vivo. ¿Cómo podía soportarlo? No aullaban. La madera escurría la humedad y una corriente de aire desde arriba apagó el bombillo colgado del techo de tierra y troncos, tronco y tierra. Aullaron otra vez. No podía levantar los párpados. Ansiaba salir. Sudaba. Caracol infinito. Amainó su angustia en el insomnio breve. Él los apartaba y volvían. Extendió los brazos en la oscuridad, pero todo era hondo en la guerra y la muerte. Festín de mordiscos en las heridas.
Escuchó el ronroneo de las hélices. Tiros de AK. Bombardeo. Zumban los motores. Oscila la escalerilla. El cadáver como una banderola blanca en el azul. Las hélices levantaron todo el polvo y el olvido. Los disparos cortaron el silencio.